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Déjà blues entre la magia y todo lo demás

Déjà blues, hijo privilegiado de mi primera obra, resultó ganadora del Premio "Caperucita Feroz", Ápeiron Ediciones. Déjà blues nace del impulso de mi primera obra, el recopilatorio "Rende-blues al borde del realismo sucio", en el que jugaba con el género, en conjunción con el realismo mágico, y el surrealismo. Os dejo las palabras que dedicó la editorial al fallo del  Premio:

 

...el Jurado Calificador desea destacar su alta calidad, y, en concreto, en la obra ganadora, Dèjà-blues, encuentra, además de la exigida pericia literaria, una voluntad de reflexión, análisis y juego que exige del lector tanto un entregarse a la corriente de las palabras como una atención y una lucidez que le permitan ahondar en esa corriente como experimento con la verdad y las apariencias (es decir, con lo que muestra y oculta esta «y»).
 
Déjà-blues se publicará en la colección arte-facto de Ápeiron Ediciones.

Gritar al cielo, escupir hacia arriba, luego vivir

“Gritar al cielo, escupir hacia arriba, luego vivir” es una novela de crecimiento en la carretera, una reflexión sobre la amistad, el amor y el valor de la vida cuando la muerte se esconde detrás de cada decisión.

 

Años de crecimiento para cinco personajes a los que el camino que conduce a la edad adulta se les escapa entre los dedos. Familia, amistad y amor frente a confusión, egoísmo y la necesidad imperiosa de ser alguien. El día, la noche, la pasión de vivir por primera vez, con esa intensidad que conduce a la repetición y a las cárceles, con o sin barrotes. No es fácil sobrevivir en el mundo del contrabando. No cuando desaparecen las fronteras, cuando armas, drogas, arte, vida o muerte no son más que cifras en el cómputo total, cuando el “debe” y el “haber” destruyen todo alrededor. No es fácil asumir que el verdadero crimen viaja a nuestro lado, a veces en coches oficiales, o de empresa.

 

Un par de décadas más tarde, cuesta reconocer en el artista de culto, la catedrática universitaria o el empresario de éxito, a los chavalines que vagabundeaban al comienzo de la historia, deseando no encontrar la fiesta a la que ninguno quería asistir.

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Rendez-blues al borde del realismo sucio

Entrar en estas páginas es enfrentar ese fantasma al que unos pocos, afortunados, deciden conceder el beneficio de la duda. La banda aparece, lo demás funde a negro y hace más calor que frío. Atruena la vida y las anacondas se muestran, como todo lo demás, solo en el escenario.

El primer jurado que en su día reseñó los textos de Carlos Bueno-León escribió: “...sentir que se me congelan las manos sobre el teclado y se me hace un nudo en la garganta. ¿Cómo se puede contar con esa frialdad un hecho terrible? Y, ¿cómo esa frialdad se traduce en un apocalipsis...”. Desde entonces, no hay ni uno solo entre sus poemas, relatos o novelas que no conmueva al lector desde lo más íntimo de su ser. En esta recopilación de relato breve vemos las alas de mariposa que provocan un terremoto a lo lejos, tanto como presentimos el terror mucho mejor que si nos lo hubieran puesto ante los ojos.

No son micrófonos abiertos, perlas, naftalina y cervezas a precio de titanio a lo que este libro expone. El inadaptado puede sobrevivir, el escritor puede escribir y la verdad puede quedar en estado de apnea. Es la vida, la muerte, el amor y, si acaso, las más sinceras disculpas del autor lo que usted se trae ahora entre manos.

Las flores que nunca seré

ISBN-978-84-09-01727-0

"Las flores que nunca seré" huele a monte y a cebollas, a sudor en la frente y lágrimas serenas en las mejillas, a noches en vela y a tardes dedicadas a encontrar el sentido en el eterno baile de las mareas, entre la orilla y el fondo del mar. Nos sumerge en eso que cada día hacemos, aunque a veces no queramos, y en los minutos que a diario deberíamos regalar a uno mismo y, si acaso, a ese Egoísta que todos llevamos dentro y que no quiere ser Nada y nada más que las sábanas manchadas con total impunidad.

El viento lee este puñado de versos desde el andén de estaciones que olvidaron el trajinar de los trenes para dejar que otros vean la vida pasar. Un viento orgulloso, ser Ferroviario, Colibrí o Carpintero, pero nunca esclavo de los espejismos que inventamos sobre los raíles que otros ayudaron a disponer. Conocedor de esos raíles, excusas para evitar mirar a los lados, elige el vértigo de la inseguridad, caminar despacio antes que aplastar las flores que crecen en los tejados de los que no se dejan llevar.

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